Cuando yo tenía 18 ó 20 años circulaba lo que hoy llamaríamos una leyenda urbana según la cual algunas chicas entraban en una tienda –una corsetería, unos almacenes– y desaparecían en los vestuarios. Según se decía había que ir con mucho cuidado porque podías ir a parar a una red de trata de blancas, o lo que es lo mismo, a la prostitución. El yuyu que nos daba entrar en según qué tiendas era considerable. Nunca supe si aquellos rumores eran ciertos, o eran similares a esas teorías conspiratorias que tanto predicamento tienen entre la gente y que nunca se llegan a demostrar.
Lo que no parece una leyenda urbana sino una cruel realidad es el secuestro de niñas y mujeres con fines sexuales en algunas zonas del planeta. El caso de las más de doscientas chicas nigerianas es un ejemplo. Pero más allá de este caso, hay un informe titulado La trata de mujeres y niñas nigerianas: esclavitud entre fronteras y prejuicios (http://www.womenslinkworldwide.org/wlw/new.php) que pone los pelos de punta. Según dicho informe, el 80% de los ingresos por venta de petróleo del país sólo beneficia al 1% de la población. La discriminación y desvalorazación se ceba sobre todo en las mujeres y niñas, lo que permite que la trata sea vista como algo normal, sobre todo, según el informe, en el estado de Edo. Nigeria es un país con una elite política corrupta que desvía gran cantidad de recursos públicos para beneficio propio en lugar de invertirlos en la mejora del nivel de vida de la población. El índice de fecundidad es de 5,5 hijos por mujer, y la violencia de género un problema estructural. Como en tantos otros países, incluido el nuestro, para qué nos vamos a engañar.
En este contexto social y político ¿puede extrañar que un grupo radical secuestre 200 muchachas para dedicarlas a diferentes actividades, ya sea como esclavas, como esposas o como prostitutas? Nigeria, como otros muchos países africanos, es foco de exportación de mujeres y niñas para el comercio del sexo en Europa, ese continente tan civilizado donde sin embargo proliferan los negocios más deleznables, entre los que destaca el lucro que proporciona la prostitución.
Para hacer más efectiva esa campaña de la foto con el cartel sobre las secuestradas en Nigeria, propongo que todos, hombres y mujeres, nos hagamos una foto con un cartel que diga “Stop comercio sexual en Europa”, a ver si empezamos a entender que si la prostitución existe es porque los hombres la utilizan, en Bruselas, en Roma o en Madrid.