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¿Por qué se ofenden los hombres?

Un reportaje publicado en El País el  pasado 9 de julio desató la indignación de numerosos lectores que, por lo visto, se sentían aludidos en un reportaje titulado ¿Por qué los hombres matan a las mujeres? y a los que Lola Galán, la Defensora del Lector, daba la razón. ¿Por qué se han sentido ofendidos tantos varones? Pues por el uso de un genérico masculino «hombres», que entienden los culpabiliza a todos, y no solo a algunas personas que matan a otras. Parece ser que prefieren «personas» porque así se reparte la violencia en igualdad. La igualdad ante todo.

Yo los comprendo. Los hombres, desde el inicio de la historia de las ideas, de la filosofía, del pensamiento, nunca han sido identificados como un grupo homogéneo opuesto al de las mujeres, sino que han sido «el hombre», es decir, la encarnación de la humanidad. Los hombres no se han quejado nunca de ser designados con el nombre común, en singular (el hombre) porque de esta manera ha representado a todos los seres humanos, hombres y mujeres. «El origen del hombre»: se decía, y ninguno de ellos ha protestado ni considerado que las mujeres nos pudiésemos sentir excluidas. ¿Por qué se ofenden ahora por ser englobados en un genérico masculino plural?  Pues porque de esta manera ya no representan a toda la humanidad, sino solo a la mitad de ella. Nombrándolos colectivamente han pasado de ser el Todo a ser solo la Parte. Una parte.

Los hombres (filósofos, pensadores, intelectuales) definieron la esencia del ser humano en masculino, y las mujeres fueron definidas por ellos: mientras ellos representaban lo universal, las mujeres eran lo particular: ¿Qué son las mujeres? ¿Tienen alma? ¿Piensan? ¿Hay que educarlas? ¿Para qué? Qué extraños seres que son las mujeres. Las otras, las opuestas. Los hombres eran el Uno, lo esencial. Las mujeres eran «el Otro», lo inesencial. Lean a Simone de Beauvoir.

Ningún hombre se siente concernido por la acción de otro hombre, ni representado en un genérico masculino porque cada varón, desde que nace, es considerado un sujeto independiente, un ente autónomo. Como si no hubiera un proceso socializador, ni unos valores comunes, ni la idea de una masculinidad hegemónica, ni un comportamiento viril normativo, ni unos privilegios compartidos, ni una jerarquía sexual.

No. Cada varón que nace no forma parte de un colectivo genérico educado en unos principios comunes, sino un héroe individual que ha de labrar su propio destino. Por eso se ofenden. Porque los comparan con otros congéneres con los que creen no tienen nada en común. Como si el uso de la violencia para controlar a las mujeres no hubiera sido una prerrogativa masculina a lo largo de la historia. ¡Qué ignorantes que son!

 

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