¿Creerá DSK que si el “material” está formado por mujeres prostitutas será un hombre más digno? ¿Creen acaso los jueces que és más delito si en los fiestorros que montaban el expolítico y sus compinches participaban prostitutas que si no lo eran? ¿Qué importará si las mujeres cobraban o no cobraban por satisfacer los caprichos, los desmanes, los apetitos, las extravagancias de un hombre del que desde que estalló el escándalo del Sofitel (mayo 2011) no se han sabido más que bajezas?: que tuvo que pedir disculpas cuando era Presidente del FMI por haber tenido una relación “inapropiada” con Piroska Nagy, una economista bajo sus órdenes. La periodista Tristane Banon lo describió como un “chimpacé en celo” cuando trató de violarla mientras lo entrevistaba. La misma madre de Tristane Banon, con quien también se acostó, dijo que “en la cama DSK se comportaba con una obscenidad cuartelera”; más tarde asistimos a la seducción fulminante que DSK ejerció sobre la camarera del hotel Sofitel, Nafisattou Diallo, encuentro que no duró más que diez minutos, pero que él afirma que fue consentido, porque ¿quien puede resistirse al encanto de un desconocido gordinflón de 62 años que sale de la ducha desnudo enarbolando el arma? A Nefisattou al principio la creyeron una pobre víctima para después desacreditarla porque “había mentido” sobre sus antecedentes, como si el hecho de ser violada por un energúmeno fuese menos violación por haber mentido sobre su pasado. ¿Qué se estaba juzgando, la agresión de DSK o el pasado de la camarera? Ahora (marzo 2012) nos llegan todos los miserables detalles de las francachelas del excelso DSK y sus correligionarios de Lille (Francia) acaudillados nada menos que por un tal Dodo la Salmuera, cuyo sólo nombre ya es casi un delito. Más allá de las miserias repetidas de todas esas mujeres -hayan cobrado o no por ello- que se han quejado del trato vejatorio y violento que DSK les ha dispensado (obligándolas a prácticas a las que no querían prestarse) lo que emerge es el retrato de lo que muchos hombres entienden por sexualidad: el abuso, la humillación, la violencia, la vejación, el sadismo. El modelo Strauss-Kahn no es un caso aislado, sino que se trata de una manera de entender la masculinidad en la que se alían el poder, el dinero, el sexo a destajo, la imposición y la superioridad. Hilachas del ego de unos fantoches para quienes las mujeres no son más que “ el material”, cosas; sujetos ruines que cuentan con la complicidad de una parte de la sociedad que confunde la violación con los delirios del seductor.
Hola, guapísima, aquí estamos las tres hermanas leyendo tu nuevo comentario sobre el feísimo Strauss-Kahn, y nos parece extraordinario como todo lo que tú escribes; están aqui las niñas hasta mañana domingo, te mandamos muchos besos y olé tus reaños.