En los últimos meses he leído algunos artículos firmados por intelectuales a los que respeto (a unos más que a otros) que comparan el feminismo con el catolicismo, con el integrismo islámico, con el nacionalismo y otras posturas dogmáticas. Que en plataformas como Forocohes o descerebrados twitteros despotriquen contra el feminismo ya me parece normal, pero que mentes cultivadas cuyo trabajo es reflexionar y aportar elementos de juicio para que otros reflexionen caigan en semejantes despropósitos me apena, me entristece y a veces me indigna.
Esta equiparación es además de una injusticia una falacia, es decir, una mentira consciente e intencional para deslegitimar este movimiento social. Es una injusticia porque comparar el feminismo, que nunca ha ejercido poder alguno, con religiones, instituciones sociales o políticas que llevan años ejerciéndolo, a veces de manera despótica, arbitraria, y siempre jerárquica, es una muestra fehaciente de mala fe.
Después de más de 3000 años de patriarcado durante el cual las mujeres han sido seres de segunda categoría, cuando no sojuzgadas, sometidas, reducidas, raptadas, violentadas, ninguneadas, ignoradas, vendidas, compradas, prostituidas, menospreciadas y a las cuales hasta hace relativamente poco tiempo no se les ha concedido el estatuto de sujetos de pleno derecho (y no en todas las culturas del planeta), ahora resulta que sus reivindicaciones son comparadas con el catolicismo (que tanto ha contribuido a la subordinación de las mujeres), el integrismo islámico (que las quiere sordas, ciegas y mudas) o el nacionalismo (que tanto sufrimiento ha generado por la idealización supremacista de un territorio).
El feminismo, que yo sepa, no quiere exterminar a los hombres, ni hacerlos esclavos, ni que cobren menos que las mujeres, ni que dejen de trabajar y se queden en casa, ni que se prostituyan, ni que sean violados, ni que se encarguen exclusivamente del trabajo doméstico, ni que abandonen los puestos de responsabilidad, ¿Por qué tanta mala fe? Por qué estas mentes preclaras desean deslegitimar un movimiento social que lo que pretende es que se restituya a las mujeres lo que durante tanto tiempo se le arrebató: la libertad, la dignidad y la parte en la construcción social que le corresponde por ser la mitad de la humanidad.
Pues si, en numerosas conversaciones me veo obligada a definir la palabra feminismo cuando personas de mi entorno, generalmente mujeres, me dicen con orgullo que no son feministas. » Tú lo que no eres es hembrista , peo te conozco y sé que feminista si eres » y encima, una de las que me dice esto es el enlace sindical