No podía ser que una cosa tan importante como el feminismo quedara en manos de las mujeres. Como todo movimiento que se precie, el feminista necesita de cabezas bien amuebladas, de dirigentes preparados, de personas que saben de lo que hablan. ¿Cuándo se ha visto que cuatro tías incapacitadas lideren algo memorable?
El potencial revolucionario que tiene el feminismo se nos está yendo de las manos, hay que hacer algo para controlarlo. Inventemos algo que lo desactive pues está calando en las mujeres de todo el mundo. Con la inestimable ayuda de las lacayas del patriarcado, que siempre las ha habido, elaboremos una teoría que entre en contradicción con los principios fundamentales del feminismo; como esta teoría ha sido elaborada por supuestas intelectuales feministas nadie sospechará de ellas. Apostemos por esta nueva teoría que deslumbra por su audacia, aunque contradiga los más elementales principios científicos. Hagamos que se introduzca en las instituciones, empezando por la ONU para que proyecte su acción a todos los países que la conforman.
Cuestionemos que exista el sexo biológico, que no es más que una mezcla aleatoria de genes, cromosomas, hormonas y gónadas que se nos asigna al nacer (Butler dixit). Neguemos que el sexo sea un dato objetivo. Inventemos y apoyemos que el ser humano no es binario, que el sexo es una construcción social discursiva -es decir, que primero es el discurso y después se inventa la existencia del sexo-. Involucremos a unas cuantas científicas que apoyen esta teoría, porque si no no tendremos credibilidad.
Inyectemos dólares a carretadas en todo tipo de entidades, medios de comunicación, universidades o asociaciones que fomenten que el sexo biológico no existe, que es un sentimiento interior, que se puede ser hombre o mujer por una especie de energía interior que anida en cuerpos cuya fisiología no es relevante. Añadamos además prefijos en latín para denominar un nuevo dimorfismo: el binarismo sexual macho hembra, hombre mujer, es ahora sustituido por un binarismo cultural cis o trans, que no vienen definidos por sus órganos sexuales sino por su sentimiento interior, que situaremos en el cerebro para darle visos de cientificidad. No hay orientación sexual sino sexualidad holística, mística, todos somos cuerpos indiferenciados.
¿Cómo se conforma ese sentimiento interior? Silencio. ¿Qué es ser hombre o mujer? Silencio. ¿Qué es la identidad de género? Silencio ¿Qué es ser cis o trans? Silencio ¿Por qué las mujeres siguen estando en desventaja? Silencio. Todo vuelve como dice Alicia Miyares al pensamiento de Santo Tomás, hay que darle prioridad a la fe por encima de la ciencia. Hay que sustituir la evidencia científica por la creencia. No te hagas preguntas. Woke a la nueva fe.
Digamos que esto es ahora el feminismo, y quien no comulgue con este nuevo dogma será excomulgado (Kill the terf). Las feministas de toda la vida son expulsadas del movimiento, pues este está ahora al servicio de objetivos más excelsos, que es la definitiva consagración del patriarcado. Los varones, que ahora pueden elegir el sexo a conveniencia, se han hecho de nuevo con el timón. El feminismo, con sus inestimables aliadas cuyo deseo es congraciarse con los hombres, ha cambiado de agenda. Feminismo liquidado. Objetivo conseguido. Insistamos en que las feministas no son feministas, en que los feministas somos nosotros. A fuerza de repetir una mentira, acabará convirtiéndose en verdad.
Terrible que se vaya imponiéndose la ‘teoria’ queer en las organizaciones de izquierda , porque son las que deberían luchar para apoyar la lucha feminista en lugar de dividirla y confundirla