Proponer una ley para que las mujeres puedan coger tres dias al mes por dolor menstrual es criticado porque, dicen, los empresarios evitarán contratar mujeres si han de faltar tanto. Una guardia civil es expedientada porque abandona el servicio por un momento para ponerse una compresa. Claro, si las mujeres fuésemos como los hombres no habría problemas. ¿Esa es la famosa igualdad? Entronizar como modelo humano el varón y que las mujeres tengamos que «ocultar» todas las características, capacidades, cualidades y especificades que nos han conformado, tanto física como psíquicamente. La prueba más determinante de que el patriarcado ha triunfado. Las mujeres tienen que convertirse en hombres. Solo así son aceptables.
El modelo de referencia había sido tradicionalmente el masculino, pero algunas pensamos que el feminismo tiene que proponer un modelo propio de ser humano que incluya las dos posibles encarnaciones con que una persona viene al mundo. Vale que puede haber cambio de sexo/género e intersexuales, pero no es menos cierto que los seres humanos nacen en un 99% (según la OMS) como machos o hembras, y que de ellos derivarán hombres o mujeres, según el aprendizaje de género al que seamos sometidos.
Sin reivindicar esencialismos ni mistificaciones de lo que es ser mujer, sí defiendo que las personas de sexo femenino tienen que tener su lugar en el mundo. Con todas las performatividades y representaciones que se le puedan dar al género, las mujeres conformamos el 52% de la población mundial y, pese a todas las diferencias que puedan existir entre nosotras, tenemos una historia común, un pasado semejante, la ausencia de haber ejercido el poder en el mismo sentido en que lo han hecho los hombres y un futuro que no podemos permitir que nos borre del mapa. Hay que conciliar la imprescindible igualdad legal con la evidente diferencia que nos conforma. Necesitamos dos modelos de ser humano. Y no uno, como el patriarcado y el capitalismo, al unísono, quieren imponer.
¡Queda tanto por hacer!