Así se titula un libro escrito por una joven alemana, Meredith Haaf, que retrata con crudeza no exenta de mala uva los privilegios de su generación (la nacida hacia 1980), en el que arremete sin piedad contra la abulia de «los niños mimados» como ella. Sé que vivimos una época incierta, difícil, dura, menguante… pero comparar la situación actual como han hecho algunos con la situación vivida en la guerra civil o en el franquismo me parece una exageración, además de una injusticia. Cómo se ve que quienes hacen esa comparación tuvieron una situación privilegiada. Por poner algunos ejemplos, diré que hacia 1960 el 15% de los niños de 6 a 12 años aún no estaban escolarizados (lo que representaba más de 600.000), que sólo el 20% de los jóvenes accedía a la educación media; que más de 1,5 millones de personas tuvieron que emigrar a Europa para sobrevivir, y aquellos que marchaban lo hacían sin estudios, sin idiomas y con una mano detrás y otra delante. Que la población activa femenina era del 13%, y que sólo tenían estudios superiores el 0,5% de esas mujeres que trabajaban, ya que la inmensa mayoría (el 87 %) se consideraba inactiva y se dedicada a lo que en los carnets de identidad figuraba como «sus labores». El porcentaje total de mujeres con estudios superiores en 1960 era del 0,1% (pero la mitad no trabajaba, porque entonces no estaba bien visto). Y eran analfabetas el 8,4% de las mayores de 15 años. El sueldo mensual de un maestro era de 1.200 pesetas y 5.689 pesetas mensuales si era catedrático. Añadamos que en 1960 sólo el 1% de la población tenía televisión. He extraído estos datos de diferentes fuentes oficiales a las que puede recurrir cualquier persona que desee verificar lo que digo.
No hay más que ver que hoy día el 98% de la población está alfabetizada, que el 100% de los niños están escolarizados, que la tasa de actividad femenina es del 53%, que las mujeres són el 54% tanto en Bachillerato como en la Universidad (en algunas disciplinas hasta copar el 70%). Por otra parte, el 100% de la población tiene televisión, por no decir varias, y el 66% es usuaria de internet.
Es evidente que está creciendo la desigualdad entre ricos y pobres. Que los gobiernos se están encarnizando con los sectores más vulnerables y necesarios (educación, sanidad, servicios sociales, etc.) Es meridiano que aumenta la pobreza y cada día vemos más personas sin recursos en nuestras calles. Pero comparar la miseria en la que vivía la mayor parte de la sociedad española hace menos de 50 años con la actualidad es un sinsentido además de un insulto para todos aquellos que vivimos aquella oscura época. Sólo diré que yo empecé el colegio con 10 años cumplidos porque hasta entonces no hubo plaza para mí. Así que yo también digo, como Meredith Haaf, ¡dejad de lloriquear y haced algo!