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Besar en Irán

Estoy convencida de que aparte de las mujeres que piden flagelar en público y pena de cárcel para Leila Hatamí, la actriz besada en Cannes por Gilles Jacob, en Irán hay otros grupos de mujeres que la apoyan. Besar a un hombre en la mejilla puede ser una costumbre occidental mal vista en otras sociedades, y puede generar rechazo o críticas. Hasta aquí lo podría entender. Pero que sea tachado de impudícia, pecado, o sea merecedor de flagelo o prisión ya me cuesta más de entender, por mucho relativismo cultural que estemos dispuestos a aceptar. En un país donde el 62% del alumnado de la Universidad son mujeres seguro que muchas de ellas cuestionan las leyes iraníes, como la que permite que la mujer valga la mitad de lo que vale un hombre, o que necesite permiso de su marido para todo, o que esté aceptada la poligamia para los varones… entre otras muchas tradiciones legitimadas por las leyes, todas ellas restrictivas y discriminatorias para las mujeres.

En Irán muchas chicas parece que eluden cubrirse o lo hacen a medias, visten prendas deportivas bajo sus ropajes negros o se maquillan pese a la prohibición de hacerlo. Por mucho que la policía moral intente vigilar el cumplimiento de las leyes, no daría abasto si tuviera que detener a todas las infractoras. Estoy convencida de que la gente, en la calle o en sus hogares, puede paliar el rigor o la inflexibilidad legal, situación contra la que luchan algunos colectivos de mujeres y algunas intelectuales a título individual.

A mi me gustaría que -respetando las costumbres y tradiciones de otras zonas del planeta y sin la pretensión de imponer el modo de vida occidental a nadie – Leila Hatamí pudiera besar a quien quisiera, hombre o mujer, o vestir como fuese de su agrado. Desearía para las mujeres de Irán que valieran lo mismo que valen los hombres en cuestiones legales, que se pudieran casar según su voluntad, que pudieran desplazarse por su país o por el extranjero sin el permiso de sus maridos, padres o hermanos, y que, en definitiva, fueran lo que ya son: sujetos con voluntad, constreñidas por un sistema patriarcal que más tarde o más temprano se empezará a resquebrajar.

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