Ya lo dijo el malogrado Tony Judt. Algo va mal. A mi no me cuadra. O fallan las encuestas y yerran los analistas sociales o a mi no me salen las cuentas. Que un país que, según los datos de los que disponemos, apoya a una fuerza nueva que sitúan a la izquierda de la izquierda, que basa su discurso en acabar con la corrupción y el compadreo, que clama contra «la casta política» por considerarla responsable de la quiebra del sistema, que sueña con asaltar los cielos y promete el paraíso en la tierra, que ese mismo país que parece que en masa va a votar a ese nuevo partido hasta situarlo en el gobierno esté de acuerdo con la cadena perpetua…(por mucho que se apellide revisable) francamente, como que me escama un montón.
¿Estará el país también a favor de la pena de muerte? ¿De la expulsión de los inmigrantes? ¿A favor de las vallas? ¿De la exclusión de los extranjeros de los servicios sociales? ¿Es este el mismo país que está cabreado por los recortes sociales, por los retrocesos en la calidad de vida, por la involución en los derechos personales, por el empobrecimiento progresivo? Yu-yu me da sólo de pensarlo. ¿Hay dos países opuestos y las encuestas preguntan ora a uno ora al contrario?
¿Cómo se puede estar a favor de un cambio como el que propone Podemos y al mismo tiempo estar de acuerdo con la cadena perpetua? O Podemos no ha explicado bien sus pretensiones, especificado los valores que lo mueven, desgranado su ideario y la ideología que lo sustenta o la gente no ha entendido nada. O ha entendido lo que cada uno quiere entender. O quizá soy yo la que no acaba de entender el galimatías ideológico del nuevo partido. O quizá no entiendo las encuestas.
Lo que sí sé es que la misma gente que denuncia la corrupción, apela a la regeneración ética o clama contra la degeneración política no puede reclamar al mismo tiempo mano dura y cambio social. Salvo que ese cambio sea tener más seguridad a costa de perder la libertad.