Voy a proponer una nueva definición a la Real Academia: Mujer, individuo que tiene menos de 10 nanomoles de testosterona. Por lo visto tener esta cantidad de hormonas más el deseo ya te convierte en mujer. Cualquiera que cumpla este requisito puede considerarse mujer y competir en los Juegos Olímpicos, donde se abre una nueva luz al hacer estas competiciones mucho más justas, según Radiotelevisión Española, El País, La Vanguardia y otros medios, que han contado el evento como un logro de la inclusividad. Los que están transcurriendo ahora son los Primeros Juegos Transgénero de la Historia de la Humanidad donde por fin se va a hacer justicia a los hombres identificados como mujeres, que se veían injustamente postergados frente a las féminas por el simple hecho de tener demasiada testosterona.
Porque como todo el mundo sabe las diferencias fisiológicas y anatómicas entre hombres y mujeres no existen, y solo difieren en la cantidad de hormonas masculinas. No estrógenos, progesterona u otro tipo: si tienes menos de 10 nanomoles de testosterona y así lo deseas eres mujer, y nadie va a rechistar si por esa nimiedad dejas fuera de la competición a mujeres biológicas, que como mucho tienen menos de 5 nanomoles. Los deseos masculinos antes que nada.
Si esto hubiera pasado hace diez o incluso cinco años, todos los medios serios y menos serios hubieran puesto el grito en el cielo, que cómo se puede hacer competir a los hombres contra las mujeres, que qué injusticia se habría cometido, que hay que apoyar el deporte femenino. Después de que el Lobby Trans Fármaco-Tecnológico llevara a la práctica la teoría de Butler según la cual el sexo es una construcción social y no una realidad material, pues ¡hala! todo el mundo a bendecir la inclusión y la diversidad.
Los muy acérrimos partidarios de la igualdad entre los sexos (las feministas nos quedamos en mantilla ante estos nuevos igualitaristas furibundos) defienden que las competiciones tienen que ser por edad, peso y altura, tres características que según las leyes de la combinatoria daría como resultado como mínimo 27 categorías diferentes. Por lo que se ve, creen que la edad, el peso o la altura son rasgos objetivos, mientras que el sexo es como sabemos un sentimiento interior. No reparan en que hay personas mayores que se sienten jóvenes, delgadas que se sienten gordas, y bajos que creen ser más altos, pues en cuanto a sentimientos cada cual es libre de sentir lo que quiera. Y ¿como es que desde que se iniciaron los Juegos de la Edad Moderna nadie ha cuetionado la divisilón por sexos de las disciplinas deportivas? Pues porque todo el mundo ha asumido que era el sexo biológico y no el sentido el que requería categorías distintas. ¿Por qué ahora debería ser diferente? Pregunta que las feministas hacemos pero como Mario Conde, nadie responde.
Siguiendo con la lógica del igualitarismo llevado al paroxismo habría que eliminar los Paralímpicos y hacer que corran los que tienen dos piernas con los que tienen una, o que naden los que tienen dos brazos con los mancos… o que tiren al plato los que ven con los invidentes. Ese es el nuevo paradigma de la igualdad: todos somos iguales y cualquier salvedad es discriminación. Retorcer los conceptos hasta desvirtuarlos, vaciar de contenido la lucha de las mujeres y desactivar las reivindicaciones del feminismo.
En estos Primeros Juegos Transgénero de la Nueva Humanidad, parece que sólo convenía hacer acto de presencia para calibrar el impacto, no subir al podio. Hubiera creado mucha polémica ver ganar el oro a una persona que por muy mujer que se sienta y mucha testosterona que haya reducido continúa teniendo músculos, capacidad pulmonar, envergadura ósea, fuerza etc. propias de su trayectoria biológica viril. Ni ganar ni perder. Pero no me digan que no es sospechoso que una persona que compite en unos Juegos Olímpicos haga tres intentos nulos con 125 kilos cuando había ganado medallas levantando más peso. Suena más a “echemos un globo sonda” a ver cómo respira el personal. Ya tendremos tiempo de usurpar a las féminas el pedestal.
El sueño de Pierre de Coubertin hecho realidad 125 años después: “El papel que la mujer debería desarrollar en los Juegos es el mismo que habrían desarrollado en la Grecia Antigua: coronar a los vencedores”, dijo el Barón. Y los medios de comunicación, esos creadores, amplificadores, manipuladores y tergiversadores de la realidad, dando palmas con las orejas. Desde aquí os lo digo: sois más cortos que las mangas de un chaleco. Y no me pienso disculpar si alguien se ofende, ya somos mayorcitos para seguir creyendo que los niños vienen de París..