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Los hombres que juzgaban a otros hombres

¿Qué pueden saber los hombres que juzgaban a esos cinco hombres lo que es ser penetrada simultáneamente por la boca, el ano y la vagina? ¿Qué pueden saber esos  magistrados del miedo y el pavor que siente una mujer cuando va sola por la calle y es abordada por varios hombres que la ven como una presa fácil? ¿ Qué pueden saber esos  togados de la parálisis que puede experimentar una mujer cuando ve que no tiene más salida que resistirse heroicamente o someterse con resignación para no poner en riesgo su integridad?

Nada. Esos  hombres que juzgaban a esos otros cinco hombres pueden saber mucho de leyes, de jurisprudencia, de decretos y artículos del código penal, pero no tienen ni puta idea de la vulnerabilidad, del desasosiego, del miedo y del desamparo que se apodera de una mujer cuando, haga lo que haga, sabe que no tiene escapatoria y que su cuerpo va a ser utilizado como un objeto para deleite libidinoso de unos hombres que creen tener derecho a hacer lo que les venga en gana con él.

Esos hombres togados saben lo mismo que los cinco hombres a los que juzgaban porque comparten el mismo sustrato ideológico, los mismos valores, las mismas creencias sobre las mujeres, a saber: que ellas dicen que no  pero en realidad estan diciendo que sí. Que provocan e incitan a los hombres y luego se quieren echar atrás; que van a lugares a los que no deben o se visten indebidamente.  Son capaces de no apreciar violencia ni intimidación en la actitud de La Manada porque es más que posible que ellos hagan lo mismo con sus señoras o con otras mujeres con las que se relacionan.

¿Qué pensaría el señor juez Ricardo Javier González si le metieran un palo por el culo, una polla por la boca y le estrujaran los huevos al mismo tiempo? ¿Diría que tal acción se desarrolla en un «ambiente de jolgorio y regocijo»? Cómo me gustaria verlo disfrutar rodeado de cinco tios que lo mantienen inmovilizado en un sórdido portal, lo penetran sucesivamente por el ano y lo dejan tirado después de robarle el móvil como prueba de su amabilidad. Cómo me iba a reir al contemplar su excitación ante tan «cruda y desinhibida relación sexual».

P.D. Lo que más me apena es que en ese tribunal también había una mujer.

 

 

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