No me cansaré de repetirlo. La violencia de género no es un suceso, es un problema social al que hay que hacer frente como se afrontan los problemas sociales: colectivamente y desde la política. Nuevamente vemos un asesinato -seguido de posterior suicidio – «de un hombre obsesionado» con una niña de 13 años. ¿Cuándo los medios de comunicación van a entender que el seguimiento informativo es situar ese hecho en un contexto social y político y no en unas coordenadas personales? Nuevamente vemos alusiones insidiosas que echan un velo de sospecha y en el fondo de justificación al mencionar que «la relación era consentida entre la menor y el agresor». Consentida o no, eso no es lo que importa. ¿En qué cambia el hecho al mencionar que la menor mantuvo una relación consentida con el agresor? ¿Es que eso justifica el acoso? ¿Es que el consentimiento de la niña justifica que un hombre 26 años mayor que ella la persiguiera hasta asesinarla? ¿Por qué no detienen directamente a la víctima y la acusan de incitar al hombre al asesinato? Lo importante, lo que los medios no quieren ver, lo que la policía no quiere entender, lo que la justicia esquiva con su jerigonza legal es que de nuevo un hombre despechado se siente con derecho a perseguir, a acosar y llegado el caso, como tristemente ha ocurrido, a asesinar a una niña de 13 años de la que «estaba enamorado». El problema que la sociedad no quiere ver, porque nos toca muy de cerca a todos, es que muchos hombres cuando son contrariados en sus pretensiones amorosas creen tener derecho a usar la violencia, primero verbal – «eres una puta, eres una zorra, eres igual de puta que tu madre» – y más adelante física. Ese hombre no está loco, como suele ser insinuado una y otra vez, no es una excepción, no tiene sus facultades mentales perturbadas. Simplemente siente que está legitimado por la sociedad para agredir cuando la mujer a la que pretende no se pliega a su voluntad. Y mientras este hecho no sea entendido así seguirán ocurriendo asesinatos de mujeres o niñas. Ya defendí en un artículo que envié al diario El País (que el diario decidió no publicar) que la violencia de género no es un suceso y que no puede ser abordado como tal. Tampoco hay que hablar de violencia machista, porque eso es reducir el problema a una actitud individual. Es violencia de género y es un grave problema político y social.
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