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Despelote transgresor

Hace tiempo que sigo las actividades del grupo Femen, pero no he querido escribir sobre el tema porque tenía sentimientos encontrados: por una parte me parecía interesante que esas mujeres lograran captar la atención de los medios, y a través de ellos los de la sociedad; pero por otra parte, mis prejuicios de mujer feminista madura me limitaban a la hora de aceptar el desnudo como una forma de lucha. Creo que ahora lo tengo más claro: ¿Qué es lo más transgresor en el islam y en muchos países de su entorno? Mostrar el cuerpo: pues benditas sean las mujeres que se atreven a ello. En occidente las mujeres están casi obligadas a desnudarse, de tal manera que aquí deberíamos hacer una manifestación vestidas con burka. Así sí que llamaríamos la atención. Pues si nos trasladamos a países donde los hombres mantienen un fuerte control sobre los cuerpos de «sus» mujeres, desprenderse de la ropa es una manera de enfrentarse a su poder.  A fin de cuentas esas mujeres que protestan despelotándose no lo hacen -o al menos no me lo parece- por exhibicionismo o por lucir el tipo o excitar sexualmente a la concurrencia. Si lo que más puede molestar a los hombres de sus países es que las mujeres se desnuden, pues a desnudarse tocan. Fuera togas, niqabs, hiyabs, pañuelos, refajos, corsés ¿no quemábamos los sostenes las mujeres de los años setenta? Si mostrar el cuerpo al desnudo, adornado con grafittis en los que las mujeres reivindican su libertad puede ayudarlas a liberarse de las cadenas patriarcales, ¿con qué derecho vamos a censurar ese activismo lúdico tan eficaz como inofensivo? Seguramente a muchos hombres les encanta ver los cuerpos de las mujeres ajenas, de las pecadoras occidentales que no tienen pudor, pero deben rabiar como perros cuando son las suyas, tan envueltas en sus rebozos, las que deciden desprenderse de sus ropajes, tan pesados y oscuros, y decirle al mundo que ellas también tienen un cuerpo que les pertenece. Como decíamos en mis tiempos mozos, con velo o sin velo nos toman el pelo. Pues que sean ellos los que se ofendan cuando cada día más mujeres decidan desprenderse de la cárcel que en muchos países puede representar un simple trozo de tela.

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